Imagen cedida por www.enlabuhardilla.comHacía unos meses que ya habíamos pasado el mismo trago, la subida a Siete Lagunas (2.990 msnm) desde Trevélez. Siendo de buen sabor no es una botella fácil de digerir, especialmente para los que de alguna manera somos más del llano que de la montaña, pero a base de tropezones y cargados como mulas nos decidimos nuevamente a brindar con esos parajes crudos y rigurosos pero tremendamente cautivadores.
Trevélez (1.450-1.650 msnm) en la Alpujarra granadina, en pleno corazón de Sierra Nevada y segundo municipio más alto de la península ibérica, fue nuevamente punto de partida, esta vez sin los crampones que usamos en noviembre pero tan cargados o más que en aquella ocasión por la tienda “Bedrock” y otros atrezos en cuyo apretado interior teníamos previsto pasar la noche que dicho de pasada se adivinaba generosa en luz por la prevista luna llena que en esas alturas la presentíamos adictivamente radiante.
Desde la plaza principal de Trevélez nos dirigimos al Barrio Medio, las estrechas y serpenteantes callejuelas apremiaban nuestros pasos entre sus fachadas de un blanco resplandeciente que erguidas en sus balcones y ventanas mostraban altaneras el rojo característico de los geranios.De entrada, el señalizado sendero, te recibe con el rigor propio de los desniveles, con largas y empinadas cuestas, estrechas y pedregosas, vías típicamente de herradura. Son las 11:00 de la mañana y el calor aplasta, no es una hora recomendable para este trazado en pleno mes de agosto, pero las fuentes y pequeñas correderas de agua con las que nos vamos topando conforme avanzamos hacen soportable y hasta cierto punto atractivo el camino. Tenemos por delante una fuerte y sinuosa subida por la Ladera de La Loma para traspasar un pequeño pinar y encontramos con el refugio de La Campiñuela (2.350 msnm), donde como la vez anterior paramos unos minutos a reponer energía. Y como la vez anterior, volvimos a observar basura acumulada en su interior, no es comprensible que todavía haya “señoritos” que se creen que están paseando por su barrio y que el camión de la basura pasa a recoger los residuos que ellos no se atreven a bajar.
Desde la Campiñuela el sendero continúa en dirección norte, ganando altura pero de forma más mesurada y cómodamente en pocos minutos nos llegamos hasta el Vertedero del Río Culo de Perro donde paramos a reponer energía y nos damos un bañito, alguno incluso se atrevió a bucear en los 15 ó 20 cm de profundidad que este pequeño dique ofrece. Continuamos ascendiendo con fuerte viento que afortunadamente nos daba de espaldas, hacia un escalón rocoso, húmedo y de oscuros chorreones, se trata de Chorreras Negras que venimos observando desde muy lejos y donde una vez trepadas y esquivando casi a una cabra montesa que se disponía a beber agua de las mismas chorreras que estábamos subiendo, nos encontramos con el espectáculo inmenso que nos regala la naturaleza en su estado más salvaje, la Laguna Hondera, la más grande y la primera que encontramos en nuestro ascenso a Siete Lagunas, paraje calmo y con impresionantes vistas, al fondo a la izquierda el colosal Mulhacén (3.478,6 msnm) y a la derecha el Peñón del Globo (3.288 msnm) y el Puntal de la Cornisa (3.313 msnm ) que ocultan el pico Alcazaba (3.371 msnm) destino de esta excursión y que haríamos al día siguiente tras vivaquear en La Laguna Hondera donde el fuerte viento parece que está abonado a este singular y hermoso paraje.
Desde fuera la luna nos contemplaba enmarcada en las paredes pardas de la hondonada.Y yo, aplastado en mis huesos, veía correr el aire e imaginaba campanas sonándome en la piel mientras un alfabeto de aguas llenaba con su cadencia el paisaje transparente que acontecía en mi insomnio. El tiempo está parado. Ileso, no avanza en la noche. Era como si estuviese más cansado y más vivo al mismo tiempo. A mí solo me queda esperar la mañana, abrir un nuevo día, para quizá no ir a ninguna parte. Pero confío en la magia de la luna llena y en la certeza de la gente.
“No es difícil amar a una mujer que riega sus macetas” Autor: Alonso de
Molina
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“*No es difícil amar a una mujer que riega sus macetas*”
Autor: Alonso de Molina
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Hace 8 meses
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